domingo, 18 de abril de 2010

Foco existencial

Aquel pequeño parque parecía totalmente ajeno al trasiego de la ciudad. Había sido construido años atrás en un intento de otorgar algo de vida a aquel barrio dominado por la frialdad del hormigón, el acero y el cristal de los edificios financieros. Un pequeño punto de color rodeado de gigantes cascarones rellenos de avaricia, envidia e ira. 

Centenares de personas, seguramente muy ajetreadas, circulaban a su lado sin apenas fijar su mirada en las límpidas gotas de roció que cubrían las hojas cada mañana. Nadie se fijaba en las tiernas briznas de hierba que crecían día a día y cubrían totalmente el suelo con una vivificadora y mullida alfombra de color verde esmeralda que invitaba a tumbarse en ella y dejar que la brisa se llevase las preocupaciones, volando por encima de los edificios, hasta más allá de las montañas. 

Desde el día en que sus labradas puertas de hierro se abrieron por primera vez, aquel jardín se convirtió en un lugar especial, distino al resto de parques. Pero no porque, a diferencia del resto, éste hubiese cumplido su objetivo, sino porque cada tarde recibía la misma visita. 

La misma mujer, con su mismo vestido morado, se sentaba cada día en el mismo banco de piedra a la misma hora. Abría el ajado libro de poemas, que solía ser su único compañero (excepto en los días de lluvía o nieve en los que además portaba un amplio paraguas de color blanco), y leía hasta que el sol se ponía, momento en el que cogía un pétalo, una hoja o un pequeño trozo de hierba, para marcar la página en la que se había quedado, y se marchaba. 

Tenía la facultad de iluminar cada sombrío rincón, resucitar cada flor marchita y sanar cada árbol enfermo. Al igual que la glicinia embellece los troncos que rodea, aquella mujer convertía la escena en un momento inolvidable con sólo alzar sus ojos color turquesa o acariciar sus lisos cabellos. 

A veces, una sóla persona puede convertir un infierno en un paraíso. A veces, sólo a veces, una persona puede convertirse en la única razón de tu existencia. 

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