miércoles, 4 de agosto de 2010

Olvido

Con un amplio gesto de su brazo colocó una nueva imagen frente a él. Aquella fina lámina cristalina se reunió con el resto de ilustraciones que conformaban un translúcido muro protector. 

Aquella pared de diapositivas era lo único que lo protegía de la poderosa ráfaga de luz que buscaba su destrucción. Fulgor asesino que golpeaba la pared de estáticos fotogramas sin descanso, desintegrando, una a una, aquellas vidriosas láminas de salvación. 

Un nuevo movimiento y un nuevo parche. Ante él apareció un rostro femenino de rasgos delicados y vívidos ojos verdes, iluminados por aquella explosión de luz. Conocía muy bien aquella mirada, aquella sonrisa...

Rió. Resultaba irónico que aquella demoníaca luz alumbrase aquel semblante de manera similar a como lo hacía el Sol por la mañana, cuando despertaba junto ella.

Aquel era uno de sus más preciados recuerdos. Pronto sería destruido y no quedaría el menor rastro de aquella fémina en su memoria.

Suspiró. La mayoría de sus memorias ya habían sucumbido bajo el envite de aquella fuerza arrolladora: sus primeras vacaciones de verano, la primera nevada, su primera borrachera, su primer beso... Algunos pequeños fragmentos de aquellas instantáneas todavía flotaban a su alrededor. Pruebas de lo perdido y ya nunca recuperable. 

Los minutos pasaron. El muro seguía regenerándose y desintegrándose en un círculo vicioso con fecha de caducidad. 


Finalmente, incluso su propósito de continuar con vida quedó relegado al olvido y dejó de crear aquel escudo. La luz lo engulló junto con los últimos restos de su memoria.

No le dolió, pues incluso ese recuerdo había sido exterminado.