martes, 8 de diciembre de 2009

Reflexión

¿Por qué?

Miras al presente y analizas tus circunstancias, tu situación.

Miras al pasado y observas todas aquellas pequeñas o grandes decisiones que te han convertido en quien eres, te guste o no. Intentas recordar por qué tomaste aquel camino y no otro, por qué rompiste aquella relación e iniciaste aquella otra; pero el tiempo ha seguido con su inexorable transcurrir y las razones están borrosas, bloqueadas tras una capa de recuerdos superfluos.

Intentas ponerte en tu situación de aquel entonces, pero no puedes. Eres diferente. Has cambiado.

Tan solo te queda seguir con tu caminar. Tomar nuevas decisiones y esforzarte para que en un futuro, cuando vuelvas a realizarte esta pregunta, mires hacia el presente con orgullo y al pasado con satisfacción.


domingo, 6 de diciembre de 2009

La caída del guerrero


Y sus manos se cubrieron de sangre.

Aunque aquella vez provenía de una herida grabada en su propio pecho.

Elevó la mirada para contemplar el recocijo sádico en el rostro de su verdugo.

Fue entonces cuando la espada cayó sobre él.



sábado, 31 de octubre de 2009

Filosofía

He encontrado por la red unas sabias palabras que me gustaría compartir.


"Para ser grande, sé entero:
nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa.
Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas,
por eso la luna brilla toda en cada lago,
porque alta vive."


Este texto, del escritor portugués Fernando Pessoa, ha logrado despertar en mí una extraña inquietud. Deseo analizar su contenido y quizás en un futuro escriba sobre mis conclusiones. De momento dejo que sean los lectores los que descubran en él un pequeño trozo de su propia personalidad.

jueves, 1 de octubre de 2009

Jueces y ajusticiados

El Guardián limpió la oscura sangre que bañaba sus armas utilizando los ropajes de los caídos. Sus dos fieles espadas desaparecieron entonces bajo su capa. Comenzó a caminar, alejándose del campo de batalla atestado de cadáveres mutilados.

Con un breve destello de luz sus dos níveas alas desaparecieron en una nube de plumas que el viento se encargó de esparcir. El claro brillo de sus ojos se apagó. Ya nada le distiguía de aquellos vulgares humanos.

El juicio había comenzado.