miércoles, 24 de febrero de 2010

Eternamente perseguidos.

Corre. No desfallezcas, porque si lo haces desearás estar muerto.

Atraviesas el oscuro bosque de la incetidumbre, a ciegas. Tus piernas no dan más de sí y tus pulmones, inflamados en llamas debido al frío, te transmiten las quejas de tu organismo en forma de un agónico silbido. Viajas sólo y por ello nadie puede apreciar tu titánico esfuerzo. Quizás sea mejor así pues si falleces lo harás en la dignidad de la solitud.

Los lobos te acechan. Esperan, deseosos, tu caída para hincar sus afilados colmillos en tus temblorosas y pálidas carnes. Desgarrarán tu piel y arrancarán tu musculatura para saciar su enorme apetito y el de su progenie. 

Si tienes suerte tu muerte será rápida y no sentirás cómo se derraman tus vísceras por el suelo escarchado. Pero si el sino así lo quiere y logras sobrevivir a los cánidos, todavía estarás consciente cuando lleguen los funestos buitres. 

No grites, nadie te oirá. Sólo arrepiéntete de no haber dado la talla.



2 comentarios:

  1. Pero pese a ser felina, hay veces que a los lobos se les puede domar.
    Porque depende ante quien, la talla pude ser desproporcionada.

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  2. Tú puedes con eso, Javi. O si no les bailas la danza del vientre ;)

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